miércoles, 28 de noviembre de 2007

El Silencio

Silencio, no hay más, tan sólo oscuridad.

Miro tras los árboles y creo escuchar voces… la luz de la luna envuelve mi sueño, mientras tan sólo escribo, escribo…

Tal vez acerca de mis sentimientos, o de cómo la vida cambia, miro al cielo y veo puentes, puentes por donde transcurren los sueños, tejiendo historias que no se quieren recordar…

El tiempo pasa y observo a través de la ventana, nada es igual, la fantasía murió atrapada en aquel beso perdido junto a mi corazón, mientras la luna señala el camino donde las estrellas atrapan esas quimeras, que en algún tiempo fueron ta sólo para verlos…

Veo de nuevo la luz, envuelve mi mente, mientras tan sólo escribo, escribo…

Se oculta mi alma, mueren estrellas sin salir el sol, despierto y la razón deja inmóvil al sentir, nada de aquello volverá, ni el beso destinado a ese cielo, ni el mejor de mis sueños, nadie obtendrá la misma atención, el mismo desafío, todo será distinto…

Pero aun así, conservare el camino en medio de aquel oscuro cielo, robando el deseo de volver a sentirte al alba… Aún espero tras esa ventana a que mi vida ya sin vida, no se mezcle de dolor, mientras piensa el corazón en como tenerte sin lastimarse más…

Observo a la distancia, esas sombras ahora vienen a por mí, persiguiendo como cazadores cada uno de mis sueños, veo una luz, envuelve mi cuerpo, mientras tan sólo escribo, escribo…

Van desapareciendo las ideas tontas, que sirven de argumento para esta historia, quizás sólo son el consuelo de este instante… miro al cielo… busco de nuevo esa luz, crece la penumbra, busco la luna y creo entender algo más de ellos, veo sangre, la siento correr por mis mejillas, trato de alcanzar las estrellas, todo se tiñe, el silencio es más y más grande, es libre mi corazón… todos mis sueños se van tras esas sombras, todo termina sin volver a mi, ya no veo la luz, sólo siento el silencio, no hay más, tan sólo oscuridad, mientras tan sólo escribo, escribo…

martes, 27 de noviembre de 2007

El tiempo de la desesperanza

Trascurrieron, los días, las semanas y los meses, y no volví a saber de esos ojos claros; mi mundo de sueños, tropezó con la realidad; y aquella nube que me acompañaba se la llevo el fuerte viento, las estrellas no volvieron a guiar mi camino, aquel árbol que en un momento me cubrió con sus ramas, lo alcanzo el otoño, y aquella piedra no volvió a decirme más; todos aquellos senderos que me llevaban hacia ellos, desaparecieron.

El tiempo pareció haberse detenido sin ningún motivo, mis días se hicieron pasajeros, y la realidad cubrió con un velo la ilusión; y mis ganas de volver a verlos, sucumbieron ante la necesidad de encontrar una razón para seguir mi camino.

Tropecé mil veces y las mil veces me volví a levantar, trate de cambiar mis sueños rotos por estrellas fugaces, pero solo recibí olvido y desesperación, trate de ocultarme entre las sombras y solo pude hallar soledad.

Deje de creer en el amor, deje de creer en mis sueños, quite de mi corazón aquella pequeña ilusión. Empecé a andar sólo, y así mis noches se hicieron más largas, no había que pensar, mi alma se sintió vacía y cada segundo que pasaba se convertía en eterno.

Algunas tardes salía a caminar, otras tan sólo, compartía con la soledad mi tristeza que embriagaba mi corazón, algunas veces sentí correr gotas de lluvia en mis mejillas, no podía evitarlo. Toda aquella tristeza de a poco fue ahogando mis líneas y convirtiéndose en olvido, todo aquello que en algún momento creí importante, lo olvidé.

Caminado por aquel sendero, encendí un cigarrillo y un par de lágrimas rozaron mis mejillas. No sé porque pero de pronto sonreí, y vinieron a mi mente todos aquellos momentos felices, que aunque fueron pocos, los pude recordar, salí de mi letargo, terminé el cigarrillo y volví a casa…